sábado, 12 de abril de 2025

 Viaje realizado a Dakhla (Sáhara) en Marzo de 2025


Antecedentes históricos del territorio

La península de Río de Oro (nombre dado en el siglo XV por los navegantes portugueses que arribaron a estas costas noroccidentales de África, y conocida por los habitantes del desierto como EdDajla Es-Saharia) se sitúa en la costa atlántica de la zona sur del Sáhara Occidental, a poca distancia al norte del Trópico de Cáncer. Su unión con la zona continental se produce en su parte noreste, adentrándose en el océano durante unos 40 km, en dirección suroeste, hasta la Punta de La Sarga. Su anchura oscila entre la máxima de 3,8 kilómetros y la mínima de 1,5. Su orilla occidental está bañada por las aguas del océano, siendo por ello la parte más expuesta a los fuertes vientos y oleajes marinos, estando su orilla oriental a resguardo de la bahía (llamada asimismo de Río de Oro o simplemente la Ría) situada entre la península y la costa continental


Fue el primer lugar en el que se estableció España en el territorio del Sáhara Occidental, en 1884, permaneciendo bajo soberanía española hasta principios de 1976, momento en el que, como consecuencia de los Acuerdos Tripartitos de Madrid de noviembre de 1975, España abandona el territorio.

LA COLONIA DE RÍO DE ORO Y VILLA CISNEROS: 

El interés español por las costas africanas situadas frente a las Islas Canarias se remonta a los tiempos bajomedievales del siglo XV, en los que el deseo de posesión de nuevos territorios, el control del tráfico comercial entre Europa y África, y la explotación de la riqueza pesquera de las aguas del Atlántico sahariano, provocaban continuos conflictos con Portugal, nación que compartía con el reino de Castilla idéntico interés por estas costas. Las disputas entre los dos reinos peninsulares se resolvieron por medio de varios tratados, en los que se establecieron los límites de la expansión territorial de ambas naciones. El inicio de la presencia española a finales del siglo XV en el África noroccidental, no irá más allá de la ocupación temporal de unos pocos puntos costeros, ya que desde comienzos del siglo XVI la política exterior española centrará sus esfuerzos en el Mediterráneo, Europa Central y en los nuevos territorios de América y Asia, por lo que las apetencias sobre el África noroccidental quedarán relegadas a un segundo plano, no siendo hasta finales del siglo XIX cuando España, una vez perdida la práctica totalidad de su imperio colonial, vuelva a dirigir su mirada hacia el noroeste de África, así que en noviembre de 1884, coincidiendo con el comienzo de la Conferencia de Berlín (en la que los países europeos se "repartieron" el continente africano), una expedición al mando del teniente Emilio Bonelli, en nombre del gobierno de España, tomó posesión de la Península de Río de Oro, construyendo en la orilla oriental una caseta de madera como primer establecimiento español, bautizando el nuevo enclave con el nombre de Villa Cisneros. Durante los primeros meses, el establecimiento comenzó a desempeñar las funciones de una incipiente factoría comercial que actuaba en régimen de monopolio otorgado por el Estado, contando con un pequeño bergantín, fondeado en la bahía, a modo de almacén y depósito de mercancías. Asimismo, se comenzaron las labores de construcción de una edificación de mampostería o casa-fuerte para albergar la factoría, manteniendo únicamente personal civil en esos primeros tiempos de contactos comerciales con los habitantes del desierto. 

Asimismo, el enclave de Río de Oro pasó a depender del Ministerio de Ultramar, siendo nombrado Emilio Bonelli como autoridad civil y militar del nuevo territorio. La historia de Bonelli sería digna de película, pero como otros tantos hérores de nuestra historia, su figura queda relegada al mas absoluto olvido... Si os interesa conocer al personaje podéis leer mas pinchando por ejemplo aquí.

Hasta principios del siglo XX, la situación territorial de Villa Cisneros y Río de Oro no sufrirá cambios significativos, manteniéndose la influencia española únicamente dentro de los límites del establecimiento comercial fortificado, ya que el gobierno español no tenía recursos económicos ni interés alguno por adentrarse en el interior del territorio sahariano de Río de Oro.

El desarrollo de la aviación comercial entre los años 20 y 30 hizo de Villa Cisneros una importante base del tráfico aéreo postal entre Europa, África y América. El aeródromo de la península de Río de Oro se convirtió en aquellos años en uno de los más emblemáticos en los inicios del transporte aéreo, siendo primero una de las escalas de la línea aérea postal francesa que enlazaba Francia con Senegal y más tarde de la compañía alemana Lufthansa en su trayecto hasta Bathurst, en la colonia inglesa de Gambia.

Tras la Guerra Civil, y hasta el abandono del territorio del Sáhara, Villa Cisneros se convirtió en la población más importante de la zona sur del Sáhara Occidental, desarrollando su estructura urbana con nuevas construcciones militares y civiles (cuarteles, iglesia, cine, escuelas, viviendas, aeropuerto, puerto, etc.), viendo mejoradas las condiciones de vida de sus habitantes con el importante descubrimiento en 1963 de aguas subterráneas en cantidad suficiente para abastecer a la población, hasta ese momento dependiente del agua que regularmente era transportada por vía marítima desde Canarias.

En 1958 el Sáhara dejaría de ser colonia para convertirse en provincia española, pasando desde ese momento sus habitantes a ser españoles de pleno derecho:

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Y ahora nuestra historia. Cómo empezó todo:

Proveer a esta web de una fecha de inicio de este viaje se me aventura muy complicado, ya que las ganas de visitar el Sáhara están conmigo desde que tengo uso de razón. Ganas, seguramente alimentadas por las fabulosas historias que mi padre me ha contado desde pequeño sobre su estancia allí y que yo siempre he escuchado con admiración... O tal vez vengan de los cientos de veces que he contemplado las decenas de fotografías que mi padre conserva de su estancia en el desierto. El ver a mi padre protagonizando escenas cuanto menos exóticas: junto a camellos, en caravanas de Land Rovers en mitad del desierto o simplemente tomando un te moruno en una jaima junto a los nativos creo que le habría hecho soñar a cualquiera con visitar aquel escenario en el que durante varias décadas fueron enviados tantos jóvenes españoles desde sus ciudades, pueblos y aldeas, invirtiendo 15 o mas meses de su juventud mientras cumplían con creces las misiones encomendadas por sus superiores...

Con esta pequeña obsesión a las espaldas, uno nunca ha dejado de estudiar las diferentes opciones existentes para viajar allí... Volando vía Las Palmas o Casablanca o incluso París, se antojaba un tanto complicado, hasta que a finales del año pasado, el anuncio de vuelo directo entre Madrid y Dakhla que podéis leer aquíhacía que la ciudad, tradicionalmente remota, sea más accesible que nunca. Así que todo era cuestión de fijar fecha y avisar a un amigo que también había prestado su servicio militar allí y había comentado varias veces las ganas de regresar al Sáhara. Así que, con todo favorable, fijamos fechas y empecé con la planificación del viaje.

Quiénes fuimos:

Los expedicionarios no somos otros que: El que firma estas líneas, su padre y un amigo, siendo tanto mi padre como su amigo, parte de esos jóvenes que prestaron su servicio militar en aquellas tierras arenosas.

Visita:

5 de Marzo 

El 5 de Marzo, con tiempo lluvioso, despegamos sin incidencias reseñables de la T-1 de Madrid-Barajas rumbo al anhelado Sáhara en un avión de una compañía aérea irlandesa pero con matrícula maltesa, cosas de la globalización supongo...:


En el vuelo, no éramos más de 40 pasajeros, por lo que había muchísimos asientos sin ocupar:

Tras unas tres horas de apacible vuelo y pudiendo observar desde la ventanilla las islas de Lanzarote y Fuerteventura el avión sobrevoló el continente africano, justamente al norte de la península del Río de Oro:


Después de la lógica emoción fruto del reencuentro con estas tierras o por verlas por primera vez (como el caso del que suscribe estas líneas), el avión se dispuso a tomar tierra en un Dakhla muy cambiado desde que dejó de ser llamado Villa Cisneros:


Nada mas bajarnos del avión ya pudimos respirar ese ambiente tan especial presente en el desierto y diferente al conocido. Tenía el aire un olor especial, olía a desierto:


La primera tarde fue de reencuentro con la ciudad para los que ya habían estado y de descubrimiento para los que nunca habíamos pisado sus calles. Paseamos por la antigua plaza de España y entramos en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, patrona de Villa Cisneros:


También pasamos por la puerta del antiguo mercado de abastos de Villa Cisneros y que aún mantiene su actividad:


Fuimos a hacer alguna gestión como comprar un tarjeta SIM para el móvil y cambiar algo de dinero. Mientras hacíamos estos trámites, pasamos cerca de uno de los depósitos de agua que se conservan de la época española y que aún sigue dando agua a los habitantes de estas sedientos contornos:


Después de un agradable paseo por el corazón del barrio español volvimos al hotel para tomar un ducha y cenar allí (hay que reseñar que la casualidad quiso que visitáramos la zona en época de Ramadán).

Tras la cena salimos a tomar un té y la casualidad quiso que nos cruzáramos con una de las alcantarillas que aún queda de la antigua Villa Cisneros:


6 de Marzo 

El 6 de Marzo, habíamos programado un tour por los alrededores de Dakhla, que nos llevaría a visitar algunos de los lugares mas emblemáticos del desierto de la mano de nuestro noble y amable guía saharaui Bariko.

Con un amanecer de los que difícilmente se olvidarán, el sol nos regalaba estas vistas desde la ventana del hotel, para comenzar lo que, sin duda, sería un día memorable:


Aprovenchando que aún era temprano dedicimos salir a dar un paseo en ayunas por la parte del nuevo Dakhla:




Sinceramente, poco que ver en una ciudad que muy poco a poco se levantaba, salvo las afueras de una ciudad marroquí mas:

Tras un buen desayuno con excelentes vistas, comenzamos con la salida de Dakhla:


...donde pudimos ver la entrada del antiguo acuartelamiento "Alejandro Farnesio", en un momento sin duda emocionante para todos los miembros que formamos la expedición, aunque en diferente grado en función de lo vivido allí tiempo atrás:


Paramos en las proximidades para hacernos las pertinentes fotos. No se puede entrar, ni aproximarse en exceso, ya que el acuartelamiento acoge en la actualidad una instalación de las "Forces Armées Royales Marocaines". En el 2022 ha sido declarado monumento por Marruecos (según reza alguno de los artículos aparecidos en la prensa y que podéis leer si pincháis aquí) lo que sin duda es una buena noticia, ya que significa que, de momento, se salvará de la piqueta de la sinrazón con la que los marroquíes han tratado otros malogrados edificios de construcción española en el territorio...


Tras las fotos de rigor y con la sensación de haberlo visto "a medias" continuamos la expedición hasta uno de los puntos mas afamados del Río del Oro o Bahía de Dakhla, que es sin duda, la Duna Blanca:



La Duna blanca constituye uno de los puntos mas demandados por los turistas y no sin falta de razón. Se trata de una enorme masa de arena, que con marea alta conforma una isla rodeada de agua. Nosotros la visitamos con marea baja:




Después del paseo por la Duna Blanca, pusimos rumbo hasta El Argoub, del que apena nada queda de la época colonial, salvo un acuartelamiento muy próximo al mar al que no pudimos acercarnos pese a nuestras insistencias al guía-conductor. 
En El Argoub, nos detuvimos un momento a hacer alguna compra. La aldea no es mas que un puñado de casas que se amontonan a los lados de la fracturada carretera que cruza el Sáhara de norte a sur. Se nota que es un lugar de parada para viajeros, aunque nosotros, al ser ramadán lo encontramos a medio gas. En el asentamiento se respiraba una calma monacal, tan solo interrumpida de vez en cuando por alguna caravana de camiones frigoríficos que subían cargados de pescado capturado en la cercana Mauritania y con rumbo a Europa. El hecho de ver a los camiones circulando en caravana no hacía mas que recordarme que nos encontrábamos en uno de los confines del mundo donde una avería o un incidente fortuíto podría suponer un problema mucho mas serio al que cualquiera de nosotros estaríamos dispuestos a hacer frente en nuestra cómoda Europa.


Tomé un vídeo que creo que refleja bastante bien el ambiente que se respiraba allí durante nuestra parada:

Desde El Argoub pusimos rumbo a los oasis de Imlili. Personalmente fue uno de los lugares que mas me gustaron de todo el desierto. El hecho de llegar hasta allí ya supone una pequeña aventura. Una parte se realiza por una carretera de reciente construcción y el resto por camino o desierto a través... 

Por si algún aventurero lo lee, se debe recalcar que para acceder allí es imprescidible hacerlo en un 4x4 en buen estado:


Los osasis de Imlili son unas lagunas de pequeña dimensión donde se presencia un fenómeno único en el mundo. El atractivo que poseen estas lagunas, tiene que ver con el extraño hábitat en el que sobreviven un tipo de pez.
Para entender la existencia de estos pequeños peces hay que saber que estos oasis no son lagunas como tal, sino que este espectáculo natural se llama “sebkha” y se trata nada más y nada menos que de unas antiguas piscinas naturales que se han salinizado con el tiempo y que son características únicamente de países del Norte de África, pero como decía, lo que las hace realmente especial son los peces que habitan en ellas, esta especie ancestral pervive en estas cuencas desde hace miles de años y sobreviven gracias a las determinadas condiciones de estas aguas debido a los cambios de condiciones climatográficas que ha experimentado la zona durante milenios.
Se nota que es un ecosistema muy frágil que se debe respetar para no romper el equilibrio que las antiguas gentes nómadas del Sáhara han respetado y nos han dejado como legado:




Tras el paréntesis de Imlili, tocaba volver a las duras arenas del desierto para poner rumbo a la carretera y una vez allí dar con la señal que marca el Trópico de Cáncer:

El lugar no tiene nada que no pueda ser visto en mas de 2 minutos. Un señal y junto a ella un panel explicativo del lugar. Se nota que es un lugar de paso de aventureros ya que la señal está atestada de pegatinas de moteros y expediciones a puntos como Senegal, Gambia o más allá... 
Pero al estar tan cerca no quise perder la oportunidad de estar sobre uno de los paralelos del planeta ubicados en el hemisferio norte

Tras las fotos de rigor nos dirigimos a la playa de Puerto Rico, que según cuentan, era una de las mas frecuentadas por los españoles en tiempos de la colonia...

Allí, alguno de los expedicionarios se atrevió a meter los pies en las aguas del atlántico mientras el resto paseábamos por la orilla... Sinceramente, sin querer desmerecer a esta formidable playa, la distancia que hay entre ella y Dakhla no sé si justifica el desplazamiento ex-profeso...


Allí había algún turista mas (no mas de 4 ó 5 personas sin contarnos a nosotros) y un grupo de simpáticos y pacíficos perretes que parecían vivir de la generosidad del turista... En un descuido, acierto a ver que uno de ellos se metió en el agua para ¡¡pescar un enorme pez!! Hasta ese momento desconocía que los perros fueran capaces de pescar con la destreza que lo hizo este... Simplemente será el poder de adaptación que muchos seres vivos tienen al medio donde les ha tocado vivir.
Aquí le tenemos disfrutando de su recién capturada comida:

Una vez visitada la plaza tocaba llenar la panza. La idea original era haberlo hecho en uno de los criaderos de ostras que hay en la costa, pero al estar en pleno ramadán se encontraban cerrados. Así que en el desierto las opciones eran muy muy limitadas y pese a nuestra insistencia en comer pescado, la única alternativa era comer un tajín de pollo en el restaurante de un campamento de surferos. El acceso al campamento por el desierto ya me despertó la sensación de que se nos iba a presentar una comida, cuanto menos, en un lugar ameno:

Vista general del campamento:

Pese a los justificados nervios del resto de expedicionarios sobre comer algo desconocido para ellos, no puedo dejar de decir que no sé si sería por el formidable lugar donde tuvimos la comida, por la elaboración del plato en sí o simplemente porque teníamos hambre, pero la comida fué, a mi parecer, un rotundo éxito.


Las vistas, en primera línea de playa eran, cuanto menos, idílicas:

Mientras disfrutábamos de la comida pudimos disfrutar de ver de cómo la costa se iba llenando de kite-surferos, siendo testigos privilegiados de las acrobacias de éstos:

Tras el ágape, pusimos rumbo a Dakhla. La sugerencia del guía-conductor era acercarnos a la fuente termal de Asnaa. Se trata de una caseta donde, tras dar una pequeña propina, un paisano te da un manguerazo de agua a presión con las sulfurosas aguas que manan de allí mismo, mientras te tumbas en una alfombra empapada tras haber hecho el ritual una y otra vez. El lugar se ha convertido en una de las principales atracciones de los alrededores de Dakhla... ¿cómo somos el ser humano que, una vez saturados de lujosos e higiénicos balnearios preferimos visitar un lugar que cuanto mas cochambroso nos parece mas original? Singular reflexión la mía, lo sé... En cualquier caso, si vuelvo por la zona, no descarto visitarlo...

En la carretera de acceso a Dakhla, un arcoiris de kite-surfistas se desplegabla ante nuestra cansada mirada:

En lugar de ir a la fuente termal, la intención era la de visitar uno de los numerosos invernaderos de tomates. Para los que no lo sepáis, emporios empresariales participados por el rey de Marruecos y su ministro de agricultura han trazado un plan para explotar las fértiles tierras de Sáhara y crear uno de los mayores centro de producción de tomate a nivel mundial. Este ambicioso plan pretende llegar a las 5.000 hectáreas de producción en menos de 5 años... Se ven muchísimos invernaderos en los alrededores de la península del Río del Oro.
De todas maneras, aunque entramos en una de las instalaciones y pese a la perseverancia del guía, no pudimos acceder al invernadero ya que al ser ramadán y última hora de la tarde el personal temía que los entretuviéramos en exceso, así que nos invitaron a que los visitáramos al día siguiente por la mañana, cosa que no hicimos ya que ya teníamos planes. Así que los invernaderos quedaron para verse desde el avión cuando despegáramos, cosa que hicimos:

La entrada de Dakhla se encuentra en obras y es que la ciudad está en una vertiginosa expansión. Al tratarse de una zona rica en pesca, agricultura y con una incipiente industria turística, Marruecos está animando a su población a que se instale en estos territorios para así asegurarse su controvertida ocupación en el Sáhara.
Mientras entrábamos en un Dakhla en obras, por su único acceso por carretera, he de reconocer que por mi mente pasó la fantasiosa idea de pensar que el Sáhara todavía sería español, toda esta zona tendría un enorme potencial con vuelos de Iberia directos desde Madrid, Barcelona y Las Palmas, construcciones con cierto criterio arquitectónico, una consolidada industria turística y miles de españoles viviendo y trabajando allí...

Tras darle una generosa propina a nuestro guía por el trato recibido y facilitarnos unas compras, fuimos a cenar al hotel y, tras la cena, darnos un paseo por el mercado nocturno:


Después tomamos el pertinente té, que yo decliné y en su lugar fui a tomarme un helado. En el puesto de helados me ocurrió una anécdota curiosa y es que el heladero no tenía cambio, a lo que impasiblemente me dijo que me fuera y ya le pagaría mas tarde o sino otro día... Cuando el resto del grupo pagaron los tés y recuperé monedas fui a darle a este buen hombre su dinero a lo que me respondió que no hacía falta haberme dado tanta prisa... Esto no hace mas que denotar que el carácter de estas gentes difiere mucho del nuestro...
7 de Marzo 
Este día lo queríamos dedicar a visitar el centro de Dakhla ya que solamente lo conocíamos de la tarde en que llegamos, y aún quedaban muchas cosas por ver, muchos lugares que recordar e identificar y sobre todo muchas anécdotas, vividas en aquellas calles cincuenta y tantos años antes, que recordar.
Comenzamos el día con un buen desayuno:

Acompañado de las vistas de la calmada Bahía de Dakhla, llamada la Ría por los españoles:

Desde allí pusimos rumbo a la antigua Plaza de España, siguiendo un agradable paseo junto a la costa (se trata de la antigua Avenida del Generalísimo) y que parece estar eternamente en obras, como tantas construcciones de Marruecos (recordemos que el país alahuita es la  potencia que ocupa y administra el Sáhara en la actualidad):

Vistas de la costa de la Ría desde el paseo:

Volvimos a pasar junto a la tapa de alcantarillado que vi el primer día y que revela el origen de la ciudad:

Desde allí y siempre en busca de la antigua plaza de España llegamos al edificio que ocupa la antigua residencia de oficiales y que anteriormente había funcionado como Parador Nacional. Yo, por las fotos antiguas que he visto, creo que el edificio actual que se erige en el lugar es nuevo (basándome en las líneas rectas que presentaba la construcción de época española) aunque aquí hay discrepancia de opiniones entre los que realmente lo conocieron y los que tan sólo lo hemos visto en fotografías (la mayoría en blanco y negro). Nos acercamos a la puerta, pero al tratarse de un edificio militar nos pidieron que no hiciéramos fotos, así que las que hice fueron a cierta distancia

Una vez en la antigua Plaza de España, intenté buscar el encuadre desde el cual mi padre había tomado una fotografía durante su estancia en Villa Cisneros. La fotografía estaba tomada desde el balcón del antiguo ayuntamiento, que estaba frente al parque municipal. Ninguno de los 2 existe, ya que en el lugar que ocupaban tanto la casa consistorial, como el ayuntamiento y la vecina delegación del gobierno así como el parque infantil, han sido sustituidas por Wilaya de la región de Dakhla y en el lugar del parque se encuentran unos jardines de acceso privado pertenecientes a la Wilaya. Sí que se conservan un par de palmeras (obviamente bastante crecidas después de cincuenta y tres años).
Wilaya vista desde la verja con las dos palmeras plantadas en la época de dominio español:

Buscando sacar el mejor encuadre del lugar dónde se había tomado la fotografia (aún se conservan las líneas de casas adosadas y las palmeras):

La antigua Plaza de España constituía el antiguo epicentro de la ciudad en época de dominación española y en ella aún se conservan varias edificaciones de construcción española:
-La Iglesia de Nuestra Señora del Carmen que es una construcción color arena de muros lisos y líneas rectas y se erige, recién pintada, como uno de los símbolos del actual Dakhla. Es uno de los iconos mas fotografiados desde tiempos de España y que esconde una bonita historia que comienza tras haber permanecido abandonada varios años y haberse salvado de su demolición in extremis gracias al tesón de un saharaui. Hay bastantes vídeos y artículos que hablan sobre el tema, como el que podéis leer pinchando aquí.

Interior de la iglesia Nuestra Señora del Carmen:

Líneas de casas adosadas de época española:

Mientras los mayores de la expedición descansaban en la agradable sombra de las palmeras plantadas por los españoles en la antigua Plaza de España, yo fuí a cambiar dinero en uno de los bancos de la plaza (en muchos establecimientos normales de la ciudad cambian dinero sin problema y a buen precio, pero en los bancos siempre se pueden exprimir unos dirhams de más, que si bien son casi insignificantes para nosotros, a veces dan de sí para alguna necesidad).
Desde allí fuimos a la antigua terminal del aeropuerto. Hoy en lugar de atender a los vuelos de Iberia desde Canarias, permanece ocupada por las fuerzas aéreas marroquíes como base aérea. Aquí, en el aeropuerto, un buen amigo de mi padre había prestado su servicio militar en los años 60, un afectuoso recuerdo para él, que seguramente nos observaba desde el cielo con una sonrisa:

Continuamos caminando y pasamos por la puerta del antiguo cuartel de artillería, donde uno de los integrantes de la expedición prestó su servicio militar. Quisimos hacernos una foto en la puerta, pero al seguir siendo una instalación militar (en la actualidad son instalaciones de la base aérea) se nos prohibió tajantemente. Pude hacer una desde el otro lado de la carretera aprovechando un descuido de los militares, que se encontraban visiblemente nerviosos tras nuestra insistencia:


Seguimos el paseo por el antiguo barrio español, donde los expedicionarios conocedores del terreno se orientaban y contaban mil y una anécdotas de lo vivido en esas calles unas cuantas décadas antes:

Casi sin darnos cuenta, llegamos al nuevo museo del "Sáhara marroquí", que comparte instalaciones con la mediateca y biblioteca de Dakhla:

El museo es bastante interesante, aunque con el nombre que lleva ya os podéis imaginar que hace apología al Sáhara como parte de Marruecos. No obstante, he de reconocer que el espacio posee una colección interesantísima y muy completa sobre los modos y formas de vida en el Sáhara:

El amable empleado del museo, también nos mostró la sala que la biblioteca tiene íntegramente reservada a los libros escritos en la lengua de Cervantes. Estos libros han llegado, en su mayoría, desde Canarias gracias a alguna ONG que colabora activamente con la ciudad, manteniendo así esos lazos tan especiales que durante tantos años han unido al archipiélago canario con el Sáhara:

Tras visitar el museo, nos percatamos que aún no habíamos tenido oportunidad de comprar ningún souvenir que llevar a España (imanes, llaveros...), pero esto se había producido porque, básicamente, no habíamos visto ninguna tienda donde los vendieran. Así que preguntamos a un local saharaui con el que hablamos dónde podíamos comprarlos. Sin pensarlo ni un momento, dejó su puesto de trabajo abierto y nos invitó a montar en su coche, porque aunque la mayoría de tiendas estaban cerradas por ser ramadán, nos iba a llevar a un sitio donde, por la noche podríamos encontrarlos. Nos condujo hasta la puerta del Mercado de artesanos que es un moderno edificio que ya habíamos visitado con anterioridad, sin haber visto nada de lo que estábamos buscando, cosa que le hice saber a nuestro nuevo amigo, el cual me insistió en que dentro, había una tienda con los típicos souvenirs que buscábamos, cosa que por la noche pudimos comprobar que era cierta (si bien la tiendecilla estaba bastante escondida):

Tras haber salido del museo, tenía previsto haber negociado con algún taxista para llevarnos a visitar el faro del Arcipres (que es otro de los iconos que aún se conservan de la época española) y después del faro ir a ver uno de los fortines levantados por los españoles como línea defensiva de la península del Río del Oro, pero como bien dicen los más experimentados viajeros "a África no le importan tus planes, ella decide tu destino", en este caso, todo hay que decirlo, que para bien ya que nuestro amigo que de forma totalmente desinteresada nos había llevado a buscar souvenirs en su coche, me preguntó si conocíamos el faro y que si quería él nos llevaba a lo que accedimos encantados ya que, como había comentado, era nuestra siguiente parada prevista y que mejor que hacerlo de mano de un local el cual, durante el trayecto nos fue contando algunas curiosidades sobre Dakhla, como que el último censo del 2022 señalaba una población de unas 200.000 personas de las que se estimaba que unas 30.000 eran saharauis. Como yo ya había comentado, la expansión que está sufriendo la ciudad es vertiginosa a nivel de construcción y nuevas infraestructuras. Mucha población de Marruecos llega a la zona llamada por los privilegios fiscales con los que cuentan las provincias del Sáhara (los combustibles son mucho mas baratos que en el resto de Marruecos por ejemplo), así como la abundancia de trabajo ya sea en la construcción, agricultura o, sobre todo, pesca. De esta forma Marruecos, se asegura un resultado positivo para ellos en caso de que se celebre el referéndum de autodeterminación que la ONU tantas veces ha reclamado y exigido para el territorio...
En fin, dejando atrás la informal conversación sobre la realidad del Sáhara, llegamos al famoso faro de construcción española, que durante tantos años ha dado servicio a las costas atlánticas de esta zona de África. 
El faro se encuentra en plena costa Atlántica, lejos del centro de la ciudad. Pero debido a su altura, se puede divisar desde puntos bastantes lejanos. La construcción, aunque se mantiene en perfecto estado, requiere de una mano de pintura con bastante frecuencia para resaltar las rayas de color negro y blanco que tanto lo caracterizan:

El pequeño edificio que queda a la izquierda del faro, no es otra cosa que el faro primitivo, una de las construcciones mas antiguas del Sáhara y uno de los primero faros construidos en todo el continente africano.
Aquí, junto a los acantilados inmediatos al faro, sentí por primera vez ese olor intenso a mar que tanto nos llama la atención a los que somos de "tierra adentro" como yo y que era la primera vez que percibía durante todo el viaje:

Abusando de la generosidad de nuestro nuevo amigo le pregunté si desde allí podríamos ir caminando hasta el fortín. Quedó un poco sorprendido por la pregunta, ya que pese al valor patrimonial del mismo, no es un lugar muy visitado ni conocido. Dijo que caminando sería una media hora siguiendo la carretera que va junto a la costa, así que preveíamos ir dando un paseo por la carretera, pero volvió a insistir de forma tajante en que nos llevaba él.
Este era uno de los lugares de los que yo tenía mas ganas e interés personal por conocer. Se trata de una torreta de las cuatro que componían el sistema defensivo que cerraban el único acceso por tierra con el que contaba Villa Cisneros. La posibilidad de que la ciudad pudiese albergar en algún momento una colonia penal (hecho que, por cierto, nuca ocurrió) era cada vez mas innegable, así que esta línea serviría por tanto al cierre defensivo como elemento disuasorio ante peligros externos e internos. Se construyeron hacia 1913, en una de las partes más estrechas de la península del Río del Oro y a unos 5 kilómetros al noreste de la iglesia de Villa Cisneros, situándose dos de ellos en los extremos costeros y los otros dos en la zona central, de los que a día de hoy (mayo 2025), se conservan tres.
Se trata de recintos de planta cuadrada y pequeñas dimensiones, con unas medidas de 5 metros de lado y 7 metros de altura, con dos torres circulares o cubos, de 2 metros de diámetro, en los dos ángulos contrarios, con una planta y terraza almenada. Además estaban dotados de aljibes para almacenar el agua de consumo y de fosa séptica.
Tras perder la función de seguridad con la que fueron concebidos, han quedado como referentes visuales de la cercanía de Villa Cisneros en mitad de la planicie de la península de Río de Oro.
El que visitamos, actualmente se encuentra cerrado y es mantenido y conservado por un grupo de saharauis que lo hacen con su tiempo y dinero, sin ningún apoyo ni aportación estatal.




Una vez visitado el fortín, pregunté al improvisado guía si desde allí podríamos caminar al restaurante El Pescador (lugar que sabía que en época de Ramadán se encontraba abierto a la hora de comer, cosa casi imposible de encontrar en el centro de Dakhla), a lo que el saharui se negó de forma tajante, casi obligándonos a montar de nuevo en su coche mientras me confirmaba que el lugar se encontraría abierto y que era una excelente opción para el almuerzo. El resto de expedicionarios me pidieron que diera una propina al repentino guía que nos había hecho el tour de un valor, para nosotros, incalculable. Así que una vez en la entrada del restaurante, le pedí insistentemente que aceptara un obsequio en formato monetario a lo que se negó e forma totalmente rotunda, haciendo gala del alturismo y generosidad tan típico de las gentes del Sáhara y dando una lección de inmensa gratitud al que escribe estas líneas.
El restaurante donde comimos forma parte de un complejo dirigido al cliente occidental, con ambiente occidental, comida al estilo occidental y, obviamente, precios occidentales.
Allí nos tomamos la primera cerveza en días... El sabor de esa cerveza junto al mar, con una temperatura exterior casi perfecta es una de esas pequeñas cosas que no se pueden explicar con palabras:

Pedimos unos platos de pescado a compartir, mientras cayeron varias cervezas, entre anécdotas, risas, historias y reflexiones siempre mirando al mar:

Tras el ágape, dimos un paseo junto a la playa que hay al lado del complejo y en el que había un parking con caravanas con matrículas de países como Polonia, Alemania, Eslovaquia o, en su gran mayoría, Francia. 

La zona parecía cualquiera de un lugar de costa occidental: playa limpia y tranquila, paseo marítimo nuevo, construcciones modernas...

Tras el paréntesis de la comida y el breve paseo, tomamos un taxi al centro. De camino pudimos pasar por una de las zonas en expansión de Dakhla y es que cuando toda esa zona esté construida la población de triplicará como poco:

De vuelta a la ciudad, obras y mas obras:

Una vez en el centro, fuimos a hacer alguna compra por la zona de mercado nuevo. Estaba a punto de tocar la llamada que indicaba que se podía comer y beber y había bastante gente por la calle y tráfico con un ambiente nervioso como de compras a última hora:

Después nos fuimos al hotel a tomar la pertinente ducha y descansar un poco tras otro gran día.
Por la noche queríamos cenar pulpo, ya que, para los que lo desconozcan, la inmensa mayoría del pulpo que consumimos en España viene de las aguas inmediatas a Dakhla (tal y como podéis contrastar si pincháis aquí), así que no queríamos irnos de aquí sin problarlo:

Una vez tomada la cena, era el momento de hacer las últimas compras (los souvenirs que nuestro amigo nos había indicado dónde hacerlo). Nunca me deja de sorprender la enorme actividad que tienen los países árabes en la calle, supongo que las consecuencias del Covid en estos lugares sería mucho mas intensa que en Europa...


7 de Marzo
Este era el día de nuestra vuelta a España, pero el vuelo no salía hasta la tarde, así que aún nos quedaba gran parte del día para visitar otros lugares de Dakhla que aún no habíamos visto.

Sabía que a mi padre el paso en coche por la puerta del cuartel donde prestó su servicio militar, le había sabido a poco así que como solíamos madrugar y el desayuno no lo teníamos acordado hasta las 9:00h había quedado con él, que si nos levantábamos temprano podríamos intentar ir hasta la puerta del cuartel caminando, para así intentar pasar o sino al menos tomar fotos mas de cerca. Como no existe mejor despertador que la sensación de acostarse con algo pendiente por hacer, con las primeras luces del día nos pusimos en marcha hasta el antiguo acuartelamiento del tercio "Alejandro Farnesio" en una ruta a pie que nos llevaría casi 8 kilómetros entre ida y vuelta:


Era temprano y la ciudad estaba completamente dormida:



Así entre calles semidesiertas llegamos a las murallas del cuartel que delatan la próxima entrada al mismo. Había leído muchísimo sobre aproximarse al cuartel: cámaras requisadas a gente que habían visto tomar fotos, tomar los móviles por parte de los militares y obligar a borrar todas las fotos, etc... por lo que sabía que era muy difícil sino imposible el que nos dejaran acceder a una instalación militar como ocurriría en cualquier parte del mundo y más en esta zona en la que aún hay posibilidades de conflicto armado al no ser reconocida la soberanía marroquí por muchos países... Aún y así, por intentarlo que no quede: habíamos trazado un plan que era llevar una foto de mi padre tomada en el interior y en el que se le pudiera reconocer dentro del cuartel y pedirle al militar que pareciera mas sosegado si podíamos entrar a tomar unas fotos explicando la historia de que él había estado prestando servicio en el mismo lugar etc...
Así nos acercamos, con paso sosegado pero firme hasta la mismísima puerta del antiguo cuartel "Alejandro Farnesio" del cuarto tercio de la legión, donde evidentemente el plan no tuvo fruto alguno, expliqué la historia y uno de los militares que hablaba perfecto inglés me comunicó que lo entendía, pero que al tratarse de una instalación militar no se podían tomar fotos del interior y mucho menos acceder... A lo que llegó lo que parecía ser un superior que empezó a hablarle en plan `¿y estos qué hacen aquí?´, así que la conversación ya fue subiendo de tono y nos comunicaron que abandonáramos inmediatamente la puerta y que no se nos ocurriera hacer ninguna foto...

El hecho de acercarnos hasta la mismísima puerta despertó en mi padre sensaciones de nostalgia, recuerdos y emociones encontradas fruto de los momentos allí vividos cuando prestó servicio en el cuerpo de ingenieros de transmisiones agregados al cuarto tercio "Alejandro Farnesio" y vinieron recuerdos de los compañeros con los que compartió su estancia en el lugar como Juan Carmona, Tomás Fernández, Jorge Roig, Alfonso Cepeda, Jesús García del Barrio, José M. Pérez y muchos más, así como los sargentos Astudillo, Pedraza o Lisardo, además del teniente Juan Velázquez Rivera, figura muy respetada, valorada y querida por el trato humano que tuvo con todos aquellos chicos que invirtieron parte de su juventud en el lugar.

Estas fueron las dos mas cercanas a la puerta que pude hacer:


Vista desde el otro lado de la carretera:


Tras el intento tocaba volver al hotel a desayunar. Por las calles en obras y mas obras:

Rotonda junto a la iglesia y frente a la plaza que ocupaba el antiguo fuerte español, que fue demolido en el 2004:

Muro que se conserva de la primera mezquita de Villa Cisneros, de construcción española y también demolida por Marruecos:

Casas del antiguo Villa Cisneros, de construcción española:

Tras el merecido desayuno, tocaba cumplir con el plan trazado que consistía en negociar con un taxista precio para que nos llevara a ver el puerto pesquero y después la punta de la Sarga, que es donde está el puerto pesquero artesanal. Y que nos esperara en ambos lugares mientras dábamos un paseo y hacíamos unas fotos (sobre todo en la Sarga). Había solicitado precio en el hotel y me habían pedido 50€ al cambio por este servicio. Como anécdota contar que lo saqué por 20€ y sin apenas regatear. Me pareció un precio razonable y no me merecía la pena ir de tacaños y que luego el taxista nos estuviera metiendo prisa en las paradas...
Mientras caminábamos hacia la zona nueva en la búsqueda de coger algún taxi, nos cruzamos con un saharaui, casi siempre que nos cruzábamos con alguno y nos escuchaba hablando español nos paraban y nos daban muestras de cariño y contaban anécdotas de esa época en que tanto ellos como los españoles vivían en plena armonía en el territorio:

Pasamos junto a una cala en pleno centro, en la que uno de los integrantes recordaba haberse bañado con frecuencia, ni que decir tiene que ahora no apetecería mucho bañarse en esas aguas, aunque creo que con relativa poca inversión podrían reconvertirlo en una mas que digna playa urbana:

Una vez en el taxi, pusimos rumbo al puerto pesquero, el cual se ubica a varios cientos de metros de la costa y al que se accede mediante un puente que cruza el mar:

En el acceso al puente había un control de la gendarmería marroquí en el que nos detuvieron y pidieron los pasaportes. Tras un rato de espera nos permitieron pasar, pero al llegar al puerto y bajarnos del taxi se nos acercaron dos jóvenes vestidos de paisano y nos enseñaron sus placas de policía (evidentemente nos estaban esperando), y aquí vivimos un momento relativamente tenso ya que me hicieron muchas preguntas de por qué estábamos allí, cómo habíamos llegado a Dakhla y desde dónde y por último si teníamos alguna vinculación política o sindical... Parecían sorprendidos en que tuviéramos interés en ver el puerto en sí y sus actividades y yo no sabía cómo hacerles ver que simplemente queríamos conocerlo. Mientras yo hablaba con los policías, un saharaui se acercó al resto del grupo y conversaba en español con ellos, maldiciendo a la ocupación marroquí etc... Luego los policías se quedaron hablando con él. No creo que le pasara nada ya que los policías no hablaban nada de español (o al menos eso nos dijeron)
No es que el puerto sea una atracción turística, pero resulta curioso de ver el puerto de uno de los caladeros de pesca mas ricos e importantes del mundo, aunque bien es cierto que bastante del pescado que se captura en estas aguas nunca pasa por esas dársenas ya que se queda directamente en los buques factoría.
Camión cargando hielo picado en un barco:

Barcos pesqueros:



Aquí seguían esas actividades cotidianas del puerto que a nosotros nos parecen tan exóticas (como ya he dicho, somos gente del interior):

Cargando pescado en camiones para consumo local:

Tras el paseo por el puerto pusimos rubo a la punta de la Sarga, que no es otra cosa que un puerto natural sobre una inmensa playa situada en el extremo sur de la península donde se asienta la ciudad de Dakhla y donde enfilan ordenadas cientos de barcas tradicionales de madera junto a un rudimentario poblado de pescadores:

Este es un lugar un tanto hostil para el turista: no está limpio, la gente está en pleno trabajo y se nota que el que sea ajeno a sus actividades molesta. Me hubiera gustado poder haber tomado alguna foto de los 4x4 cargados hasta arriba de pescado recién capturado, pero los que allí estaban me decían una y otra vez que fotos no. Por lo visto es algo que también ocurre cuando se visitan los puertos mauritanos y los turistas quieren hacer alguna foto...
Hice varias fotos del entorno. La verdad es que el lugar, fuera del debate de si es turístico o no, sorprende cuanto menos:




Al fondo, el humilde poblado pesquero:

El taxi nos estaba esperando junto al poblado, ya que es el último lugar al que pueden acceder turismos normales sin quedar atascados en la arena. Desde allí nos llevó a la antigua Plaza de España, donde fuimos a buscar alguna tienda abierta para comprar alguna bebida:

Una vez compradas, nos quedamos un rato haciendo tiempo bajo la siempre agradable sombra del jardín que hay frente a la iglesia y que en tiempos de España era la plaza principal. Este es uno de los lugares que mejor conservan las construcciones española: aparte de la ya nombrada iglesia, quedan 4 filas de casas adosadas y la propia plaza en sí, con unas estructuras de hormigón que simulan jaimas aparte de una fuente y varias palmeras plantadas en época española:




Yo aproveché para pasear por los alrededores con el fin de inmortalizar las demás construcciones de pasado español que aún se conservan
Casas adosadas españolas y a la derecha del todo, el antiguo cine Lumen, en espera de un futuro incierto:

Calles en los alrededores de la plaza, de construcción posterior a la salida de España:

La Plaza de Hassan II ocupa el antiguo emplazamiento del fuerte Español (origen de la población de Villa Cisneros) y que, como ya comenté, fue derrumbado en el año 2004 en un acto de atropello al patrimonio español por parte de las autoridades marroquíes, dando muestra del interés manifiesto en borrar las huellas anteriores a su presencia en el Sáhara.

Vista del solar que ocupaba el fuerte, hoy día Plaza de Hassan II: 

Monumento de la península de Río del Oro en la plaza de Hassan II, es una absoluta pena que en la plaza no exista ninguna referencia hacia la emblemática edificación que allí exisitió:

Muelle del antiguo puerto de Villa Cisneros, actualmente ocupado por la marina real de Marruecos:

Hospital de Dakhla, en la ubicación exacta de donde se encontraba el de Villa Cisneros. Nótese la señal de tráfico, que en lugar de utilizar una cruz roja, usa la media luna roja como ocurre en todos los países musulmanes:

Casas con cúpula semiesférica, que fueron concebidas como un modelo que imitase en lo posible la idea saharaui de una tienda o jaima. Es un patrimonio de construcción española que se encuentra en clarísima decadencia, de hecho, en Dakhla solamente pude ver este edificio: 


Estas viviendas unifamiliares tenían la ventaja de que la cúpula (techumbre de forma ovoide y recubierta de cal tanto dentro como por fuera) produce en su interior una cámara de aire de agradable frescor provocando un efecto térmico que hace disminuir el calor uno o dos grados con respecto al exterior, algo crucial en un lugar situado en pleno desierto. Esta técnica ya conocida en lugares tan alejados como Egipto, no queda del todo claro si el capitán Alonso Allusante (ideólogo de estas construcciones en el Sáhara) las conoció en su día como obras del reputado arquitecto egipcio Hasan Fahmy o mas bien se basó en las construcciones con forma de iglú que había visto en sus pirineos natales durante la infancia:



Esperando a tomar algún taxi que pasara frente al hotel, pude hacer la última foto de la ría, mientras el resto de expedicionarios hablaban de lugares que no pudimos ver durante nuestro viaje, pero por el simple hecho de que ya no existen... lugares como el Bazar Nueva York, el bar Barcelona y tantos y tantos otros lugares ya solamente vivos en la memoria de los que allí estuvieron hace mas de 50 años:

En el aeropuerto, a la espera de embarcar:
Durante el despegue pudimos ver por última vez el antiguo acuartelamiento "Alejandro Farnesio", esta vez, a vista de pájaro:

Ya en vuelo: Vistas de la costa y del siempre infinito desierto del Sáhara desde la ventanilla del avión:

Y con esas vistas del desierto, dejando atrás un mundo tan diferente al nuestro, termina el diario de nuestra aventura sahariana. En lo personal ha sido cumplir un sueño el poder pisar por primera vez aquellas tierras de las que tantas y tantas historias he escuchado desde niño. Es un viaje que recomiendo hacer, sobre todo antes de que la industria turística transforme aquello para siempre, cosa que indudablemente ocurrirá en poco tiempo.

Álvaro B.B.  escrito en primavera del 2025


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